La dislexia se la considera como un problema de aprendizaje, designado como trastorno de la lectura de origen neurológico. Es un trastorno específico del aprendizaje de la lectoescritura por una alteración del neurodesarrollo, que se da en niños y niñas que no presentan ningún
hándicap físico, psíquico ni sociocultural (Frade, 2014). En base a todas estas alteraciones neuronales, el síndrome también afecta directamente al rendimiento escolar del niño en todo su proceso de aprendizaje, direccionado en la lectura, ortografía y escritura.
Por otra parte, es importante destacar que la dislexia, genera problema de precisión y fluidez para reconocer, decodificar y escribir palabras o frases, que el niño desarrolla en su periodo escolar. En efecto, esto provoca dificultad en el estudiante al momento de una comprensión lectora y de no poder retener o recordar una experiencia lectora reducida, influyendo en el
vocabulario y en los conocimientos. Los disléxicos pueden tener problemas para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas
simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, la lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión (Del Real, 2015).
Todas estas manifestaciones que los autores determinan de la dislexia es significativo conocer para poder identificarlo en cualquier momento de la vida del niño, incluso cuando éste cursa sus primeras aulas o cuando adquieran conocimientos previos en el proceso de enseñanza – aprendizaje.
